miércoles, 5 de enero de 2011

CESAR SCOTTA, UN IMPORTANTE APORTE A NUESTRA MÚSICA

Por chacho Candia
Artista del piano, con sólida formación profesional en el arte de la música, podríamos decir que Euterpe fue muy generosa con él, se trata de César Scotta, músico argentino afincado en nuestra ciudad desde el año 1980. César es ampliamente conocido en nuestros círculos culturales y ha contribuido mucho, tanto en la evolución de la música del oriente boliviano, como en la formación de jóvenes cruceños, hoy, reconocidos  profesionales de la música. Actualmente es Director del Instituto de Bellas Artes.
Visitamos al maestro Scotta en el estudio que tiene en su domicilio particular del barrio Equipetrol Norte, donde realizamos esta interesante entrevista.
ZOOM – ¿Desde qué año que radicas en nuestra ciudad?
C.S. – Desde el año 1980… si la memoria no me es infiel.
ZOOM -  El haberte radicado entre nosotros causó una cierta revolución en lo conceptual de la interpretación de la música del oriente boliviano…
C.S. – Lo que sucede es que a pesar de ser conservatorio, no definí si era un músico ecléctico, académico o popular, he oscilado entre dos aguas. Mi formación académica me dio  argumentos para poder armar mi parte que, al final, se definió como creativa, para poder producir, como necesidad de producir, las cosas que yo hacía.
ZOOM – Juntamente con tu llegada a nuestra tierra, se empezaron a realizar festivales de música folklórica, como el “Sombrero è Saó” y, posteriormente, el “Elay Puej”, que fueron brillantes oportunidades para incursiones en nuestra música.
C.S. – Tuve la suerte de relacionarme muy pronto con personas que tenían mucho que ver  con el quehacer cultural de la región, aprecié la música oriental y me di cuenta de que era muy rica, entonces pensé en posibilidades musicales para llevarla a otro esquema de elaboración, no más sofisticado, sino con mayor riqueza, con más colorido, diría yo. Le debo a la organización de aquellos festivales y, especialmente, a dos personas: los profesores Gonzalo Canedo y Héctor Molina, el haberme transformado en un estudioso e investigador de la música y étnica del oriente boliviano, lo que me valió mucho para realizar trabajos y arreglos para música, fundamentalmente para ballet. Creo que hice una especie de “maestría” o “tesis” en relación a estos temas de la cultura oriental boliviana.
ZOOM - ¿Qué te llamó más  la atención, para introducir secuencias de acordes, disonancias y variantes en la cadencia,  cuando empezaste a conocer los taquiraris, carnavales y chobenas?
C.S. – Primero, me remití a la raíz, porque la música oriental de Bolivia tiene relación con el resto de la música latinoamericana, no es posible sacarla de ese contexto. Pero, podría decir que la alegría es algo fundamental, la música del oriente está caracterizada por gran cantidad de movimientos, una alegría y una fuerza interior que puja por salir. Por otro lado, tiene elementos muy simples en lo melódico como es el caso de la chobena, pero, si uno profundiza en las posibilidades de variar el ritmo, o las creativas de los aspectos más internos, como la textura y la armonía, se encuentra con que hay allí una veta no explotada,  es ahí donde yo me metí y encontré un montón de cosas.
ZOOM - ¿Qué diferencias pudiste apreciar entre el taquirari cruceño y el beniano?
C.S. -  Hay muchas diferencias. El taquirari es un género con distintas facetas al que algunos compositores le dieron identidad propia, por ejemplo, si hablamos de un taquirari de Rogers Becerra, lo definiríamos como un clásico, es un taquirari “de salón”, con cierta elegancia, donde se nota que el manejo del diseño melódico y de la armonía es de una mente muy profunda y muy creativa. Creo que encontramos en Rogers Becerra a uno de los compositores más encumbrados y más visionarios de esa época, porque estamos hablando de muchos años atrás. Con este gran compositor se consolida el taquirari, insisto, “de salón”, es decir, para escuchar por el gozo de escuchar.
ZOOM - ¿Y el taquirari cruceño?
C.S. – Creo que ha evolucionado y ha incursionado queriendo fusionarse, de alguna manera, con la balada. Una de las características de la música cruceña es su versatilidad para mezclarse con otros géneros musicales universales. Pero, también está la parte netamente popular, citadina, donde el taquirari cumple su función específicamente bailable, transmite alegría y movimiento, sobre todo en la época de carnaval en que se componen temas para las comparsas.
ZOOM – También interviniste, integrando la representación boliviana, en ediciones del Festival OTI de la canción.
C.S. – Sí, participé como Director y Arreglista en diferentes oportunidades, en Miami, España, Costa Rica, Chile, la última vez acompañé a Fabio Zambrana, del grupo Azul Azul
ZOOM – Sabemos que la docencia es otra de tus pasiones…
C.S. – Sí, la enseñanza es algo que siempre me ha gustado. En la época que yo llegué, noté la carencia de centros de enseñanza especializados. El primer lugar donde trabajé fue el Instituto de Bellas Artes, al que he vuelto, después de muchos años, como Director Académico. Actualmente estamos elaborando una serie de planes de estudio que sirvan a la juventud para que salga un semillero, tanto de ejecutantes de instrumentos, como también de creadores porque, para crear, también se necesita una base de estudio y una base de conocimiento. No se puede ser regional sin ser universal, quien quiera desarrollar y llevar la música del oriente a otros pedestales, primero tendrá que nutrirse de qué es lo que existe en otros ámbitos que también ya han pasado por la misma experiencia. Es algo inevitable, porque eso es un proceso que responde a paradigmas y épocas culturales de transformación de los pueblos.


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