viernes, 19 de noviembre de 2010

ALGO MÁS QUE UN CARPINTERO

Por Chacho Candia
En el año 326 d.C. Helena, la madre del emperador romano Constantino -éste ya convertido al cristianismo-, viajó a Jerusalén, donde con la ayuda de algunos judíos halló tres cruces, y reconocieron la que era de Jesús porque se dice que hizo milagros a las indicaciones de Macario, Obispo de Jerusalén en ese entonces. Pero esta “cruz de Jesús” en realidad era falsa, porque según las leyes judías las cruces se quemaban después de la crucifixción (Ibid, pag. 655). Muchos pedazos de esta supuesta cruz de Jesús fueron vendidos, y ahí empezó el viejo negocio de la religiosidad, que desde entonces hasta ahora continúa en forma cada vez más floreciente en nuestra época con motivo de la Navidad y el famoso personaje “Papá Noel”.
La Navidad (Nati Vita= Nacimiento de Vida), para la gran mayoría de la gente es sinónimo de estrenar ropa, zapatos, reuniones familiares disfrutando de buena comida rociada con vinos, whisky, etc. Pero sobre todo, el intecambio de regalos (la biblia habla de este intercambio de regalos, pero no precisamente por la Navidad, Ap. 11:10 “Y los moradores de la tierra se alegrarán…y se enviarán regalos unos a otros”), donde la estrella de la fiesta es “Papá Noel”. Por eso, la pregunta de rigor es: “¿Qué te trajo Papá Noel?”
Pocos piensan que en una fría noche de otoño de hacen 2010 años (el calendario gregoriano está atrasado con cinco años por un error del monje Dionisio, quien lo confeccionó en el siglo sexto a pedido del Papa), nacía en Belén de Judá un bebé que estaba predestinado a cambiar el mundo, y cuyo nombre completo era Ieshua Bar Iosef, más conocido como Jesús de Nazareth.
Pocos piensan que 33 años después, en una soleada mañana de primavera, los habitantes de Jerusalén, que habían amanecido alborotados, observaban cómo un delgado y moreno hombre con una corona de espinas sobre su cabeza, caminaba sobre las polvorientas calles de la ciudad con una pesada cruz de madera sobre sus espaldas. Él era un carpintero de la ciudad de Nazareth de Galilea y sus pasos se hacían cada vez más difíciles porque el camino era cuesta arriba hasta la cima del Monte de la Calavera (Calvario), donde habría de ser crucificado a pedido de su propio pueblo (Mateo 10:36 “Y los enemigos del hombre serán los de su casa”). Por su aspecto, parecía que no iba a llegar a la cima porque había sido azotado hasta el cansancio la noche anterior en que había sido abandonado a su suerte por sus amigos más íntimos, quienes huyeron dejándolo solo, pero tenía que hacerlo, ya que lo que estaba escrito acerca de Él, tenía que cumplirse de manera inexorable, porque Él vino al mundo como un cordero para ser sacrificado, para que por medio de su muerte nosotros podamos tener VIDA. No fue casualidad que el lugar de su nacimiento se hubiese llamado Belén, palabra que viene del hebreo Beth Lehem, que significa Casa de Pan, pues recordemos que Jesús dijo, “YO SOY EL PAN DE VIDA”
La fecha exacta del nacimiento de Jesús no está especificada en ningún libro y tampoco se encuentra en las Sagradas Escrituras, pero la tradición la toma como el 25 de diciembre, aunque lo más probable es que haya sido el mes de septiembre, conforme sostienen muchos estudiosos con poderosos argumentos, entre ellos, el hecho de que Juan Bautista era mayor que Jesús con seis meses, y lo cierto es que es posible llegar a conocer la fecha de nacimiento de Juan el Bautista a través de serios estudios bíblicos.
Lo cierto es que no celebramos el nacimiento de Papá Noel, recordemos que celebramos el nacimiento de la VIDA, recordamos el nacimiento de Aquel que fue a la cruz por nosotros, de Aquel que dijo: “YO SOY EL PAN DE VIDA; EL QUE A MI VIENE, NUNCA TENDRA HAMBRE; Y EL QUE EN MI CREE, NO TENDRA SED JAMAS”. Sí, Jesús fue algo más que un carpintero.                                                                                      

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