miércoles, 10 de noviembre de 2010

MARÍA ELBA AGUILERA COSTAS: LA ÚLTIMA “TAHUICHI”


Por Chacho Candia
Esta digna dama, cuyos padres fueron Enrique Aguilera Jiménez y Leticia Costas Sotelo, nació en Trinidad, Beni, el 29 de enero de 1919. La familia se vino a vivir a Santa Cruz cuando ella tenía apenas 6 años, junto a sus hermanos, Domitila, Jovita, Triny, Ramón (el legendario “Tahuichi”) y Lucho, todos ya fallecidos.
Doña María Elba Aguilera Costas, descendiente de familias cuyos troncos tienen raíces con vasta y relevante tradición en el oriente boliviano, estudió docencia en el Politécnico “Enrique Quintela”, para luego desempeñarse como maestra, a partir del año 1939, en la Escuela René Moreno. Se jubiló en 1969.
Cuatro hijos, Mario, Christian, Alex y Leticia, fueron el fruto de su matrimonio con Don Christian Bruun Zabala. Alegran su vida, 12 nietos y 18 bisnietos.
Aunque, normalmente, no es muy fácil conversar con alguien que ya ha cumplido 90 años (ella dice que tiene 90 años y medio, no le perdona al tiempo ni siquiera un mes), conversar con la señora María Elba nos resultó placentero gracias a su lucidez y amenidad nada comunes en personas de su edad.
Gracias a la amabilidad de su hija, la guapa Leticia Bruun de Landívar, llegamos al domicilio de su mamá, Doña María Elba que, para sorpresa y regocijo del suscripto, comentó que había sido muy amiga de mi madre y a mí me había conocido de niño siendo flacuchento y amarillo (aspectos que, creo, aun sigo luciendo).
ZOOM.- ¿Qué recuerdos mantiene vivos del Santa Cruz de antes?
M.E.A.C.- Son muchos, yo siempre fui “plaga”, me acuerdo que andábamos siempre juntos con mi hermano Ramón y jugábamos bolas con los Vaca Pereyra, yo los empujaba y les quitaba las bolas y ellos me corrían a patearme.
ZOOM.- ¿Cuál cree que fue su mejor época?
M.E.A.C.- Uuuuh… mi mejor época fue cuando yo ya estaba “pichona”, junto a mis amigas Nelly Velasco, Amalia Caro, Mary Saucedo y Marita Peralta, pasamos tiempos muy hermosos en nuestra juventud.
ZOOM.- ¿Y del carnaval, qué me cuenta?
M.E.A.C.- No me hablés del carnaval que ahoringa me pongo a llorar…
ZOOM.- ¿Qué locales carnavaleros recuerda de la época?
M.E.A.C.- Habían bailes de máscaras en La Pascana, en el cine Palace, en el Continental (a comienzos de la calle Bolívar), después ya fue “El Caballito”. Las mascaritas eran muy fregadas, hasta ofensivas con los hombres, el que iba a un baile de máscaras sabía que estaba expuesto a que le hagan las bromas más pesadas y se las tenía que aguantar. Yo tenía algunas amigas que eran tremendas para eso, pero ya toditas se han muerto o están muy mal, por lo menos yo todavía converso y camino, gracias al Señor.
ZOOM.- ¿Perteneció a alguna comparsa de la época?
M.E.A.C.- Claro que sí, a “Los Haraganes”…
ZOOM.- ¿De cuáles integrantes de “Los Haraganes” se recuerda?
M.E.A.C.- Estaban Pepe Gil Reyes, Alfredo Pítari, tu padre Carmelo Candia, Carlos Zambrana, Alcides Zapata, Félix Moreno y tantos otros.
ZOOM.- ¿Y cómo conoció a su galán?
M.E.A.C.- Yo estaba de novia y me iba a casar con Juanito, un ingeniero de aspecto moreno y estatura baja, quien tuvo que ausentarse de la ciudad por cinco días, y como yo era muy amiguera, en esos días mi amigo Julio Limpias me invitó a un baile de disfraces al Continental, donde conocí al que fue mi marido, un hombre que me impactó de entrada, nos enamoramos y casamos, pero tengo un buen recuerdo del ingeniero Juanito, que no volvió nunca más, porque era todo un caballero, un hombre muy respetuoso.

Hermosos momentos pasamos junto a una dama que tiene 90 años y medio (como ella dice), pero que gracias al poderoso temple “Tahuichi” le pelea al tiempo y disfruta de las cosas bellas  de la vida.
Mención aparte para su hija Leticia, es muy lindo ver a una hija tan pendiente de su mamá, consecuente con un mandato de Dios: “Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen sobre la Tierra” (Exodo 20:12).
Podríamos haber seguido conversando durante horas con Doña María Elba Aguilera Costas, la última “Tahuichi”, de aquel Santa Cruz que tanto añoramos. Y por cierto que no fue nada fácil despedirnos porque en esta entrevista, que tuvo visos de emoción, nos transportamos a una Santa Cruz tranquila y apacible, sin agua, sin pavimento, ni luz, pero con el señorío tan característico del cruceño de antaño.
Gracias por el presente, María Elba, muy lindo. Está pendiente una visita con mi esposa.

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