viernes, 19 de noviembre de 2010

GISELLE BRUUN SCIARONI, UNA VIDA AL SERVICIO DE SU PUEBLO ( I )

Por Chacho Candia
Tal como lo anunciamos en la anterior  edición de ZOOM, en este número damos inicio a la publicación de una serie de notas extraídas del libro “GISELLE”, del profesor Edgar Lora, que trata de la vida de nuestra querida Giselle Bruun Sciaroni, distinguida dama de nuestra sociedad, luchadora incansable en las obras de bien social y abanderada de las épicas  luchas cívicas que sostuvo el pueblo de Santa Cruz con el centralismo, en su afán de conseguir el 11% de regalías petroleras que por ley nos correspondía, y que hicieron posible el despegue del impresionante desarrollo que hoy vive Santa Cruz. 
El libro “GISELLE” –tal como lo dice el profesor Lora- es el perfil humano de Giselle Bruun Sciaroni, una semblanza anecdótica de la obra social y cívica de esta mujer cruceña, en la que se concretan las más puras expresiones altruistas y las más  nobles intenciones filantrópicas, puestas siempre al servicio de su pueblo. 
NACE UNA GACELA
-Al cumplir dos años, Giselle descubrió que su cuna era un mundo pequeño. Una mañana descendió de ella y recorrió por sí   sola su gigantesca casa colonial. Después de una agitada búsqueda, sus padres la encontraron parada en el centro de la sala, rodeada de todas las cosas que había arrastrado consigo. Por su mirada profunda, el caminar firme y su porte distinguido, comprendieron que esa niña robusta no sabría nunca de temores ni vacilaciones, tal como lo demostró años después al encarar sus titánicas empresas de ayuda social.
Giselle nació el 24 de enero de 1930 en Santa Cruz de la Sierra, en el corazón de la ciudad, en el edificio donde hoy funciona el “Circulo de Amigos”. El Dr. Udalrico Zambrana atendió el nacimiento. El canto perenne de la selva y la vorágine del trópico la sumieron en las aguas de la estirpe aborigen, sin tiempo y sin límites.
El delicado marfil de su piel y el cabello, preciosamente dorado, anunciaban su ascendencia europea. Madre tierra y madre mujer abrazaron a la niña en una fusión extática de amor. La tierra le dio el aliento vital y la mujer el elixir de amor. Así, esa simbiosis telúrica, fue un estallido cósmico, que marcó el inicio de una vida rica, fructífera para la sociedad.
Don Angel Bruun Kjeldsen, padre de Giselle, era dinamarqués, hijo del Ing. Jens Engelhart Bruun. Este era un empresario que tenía una columna de carruajes a caballo, en aquella época en que todavía no se contaba con motorizados. El Ing. Bruun había conseguido el contrato de adoquinar la ciudad de Ringsted en su tierra natal, realizando esta importante obra, sufrió un accidente, falleciendo a la edad de 33 años.
Esa muerte inesperada, cambió completamente la vida de los cinco hijos del matrimonio con la señora Cristhiane Kjeldsen, pues el menor de ellos, Angel, no había cumplido los dos añitos.
Un antepasado del padre de don Angel Bruun, fue un personaje importante, murió siendo canciller de la corona, por esta razón sus restos, juntamente con los de su esposa Ana Maria, se encuentran en un mausoleo, en una de las más  importantes naves de la Basílica “Santa Benedite”, de la ciudad de Ringsted. En la nave principal descansan los restos de los reyes daneses.
Ya mayores, don Angel en compañía de sus hermanos, Sofus, que era Ingeniero Civil y Juan que era Arquitecto, viajaron a Chile con un contrato especial, para trabajar en la reconstrucción de Valparaíso y otras ciudades que fueron azotadas por fuertes catástrofes naturales.
Al morir en Valparaíso su hermano Sofus, Juan y Angel decidieron continuar viaje a Bolivia. En 1907 llegaron a Santa Cruz y se enamoraron de su gente “tan cordial simpática y hospitalaria”, como decía don Angel, que estaba descubriendo un “nuevo mundo” al sentir el impacto del cambio en el paisaje, el clima y los habitantes, y así se quedó en esta tierra que nunca abandonó y a la que amó con pasión ilimitada.
Doña Mirette Sciaroni, madre de Giselle, nació en Santa Cruz. Su padre, aunque de ascendiente italiano, era de nacionalidad francesa. El señor José Sciaroni, vivió aferrado al recuerdo y la nostalgia de su lejana tierra y quiso dar a sus hijos el calor cultural de Europa. De esta manera envió a dos de sus hijas mayores, Celia, de diez, y Mirette de cinco añitos a Francia e Inglaterra, ante el dolor y comprensión de su señora esposa Carmen Durán, digna dama cruceña de padres españoles. El deseo del señor Sciaroni era retornar a su tierra acompañado de su familia. Al estallar la primera guerra mundial su anhelo no pudo hacerse realidad.
La pequeña Mirette Sciaroni, había soportado estoicamente el largo viaje a lomo de bestia, que en esos tiempos se realizaba desde la hacienda de Cuatro Ojos, de propiedad de su padre, hasta La Paz y de allí el agotador recorrido por tierra y mar hasta su destino. Durante su permanencia en París y Londres adquirió una refinada educación. Dominaba los idiomas francés e inglés y estudió todo lo que en aquella época podía conocer intelectual y culturalmente una mujer.
Así, después de una agotadora ausencia, formada y llena de ilusiones, regresó a los 18 años a su tierra natal. Fue entonces cuando conoció  al galante y fino caballero Angel Bruun, con quien contrajo nupcias el 18 de septiembre de 1928. El matrimonio fue bendecido por Mons. Rivero. Fruto de ese amor nacieron Dorian y Giselle. El señor Bruun, en primera boda con la señora Juana Zabala, tuvo además dos hijos: Cristian y Elsa.
La inquieta Giselle Bruun Sciaroni, fundía en sí  el espíritu cosmopolita de sus padres y la esencia autóctona de su tierra morena, seductora y fascinante. Giselle fue vitalidad y luz, calor y nieve, gacela y águila real, fue amor, río, volcán y tormenta, preparándose para cumplir el mandato de su sino espiritual.
Su contextura física, robusta y elástica, tuvo en estas tierras el marco propicio para desarrollar toda su potencialidad interior. Su carácter intrépido, su audacia femenina, encontraron eco en cada una de las experiencias que le correspondió vivir.
En efecto, esta precoz niña era capaz de pasarse horas contemplando el trabajo minucioso de un tiluchi al construir su nido. Se deleitaba hasta el éxtasis con el canto de un pin-pin en una laguna, y de igual forma gozaba con el melodioso gorjeo de un tordo en la rama de un bibosi. No dudaba un instante a la hora de montar un brioso corcel y atravesar el bosque raudamente, dejando a su paso una estela de asombro. Fue capaz de ponerse un traje rojo para provocar a los toros, en una actitud en extremo desafiante y peligrosa.
                                                                                                                                                      Continuará

1 comentario:

  1. me gustaría que continúe relatando sobre la vida de Tìa Giselle, no por ser sobrino de ella ya que soy nieto de Juan Bruun Hermano de su padre, pero duele ver que una vida llena de entrega total a cientos de cientas obras realizadas en su recorrido social por mas de 70 años ininterrumpidamente, ahora a escasos años de su partida, prácticamente esta olvidada, todos recorremos las calles y avenidas de este pueblo y vemos monumentos como a Willy Bendeck, el otro corredor Chino Mendez y muchos mas que si bien fueron buenos en el deporte poca actividad por no decir una sola han tenido sirviendo a nuestro pueblo pero sus monumentos estar erguidos y muchos no saben porque, pienso yo que como ejemplo al igual que muchas mujeres valientes aportaron en el servicio social se debería rendirle un ultimo tributo que quede para siempre en la historia de la cual ella fue parte en su momento y diferentes etapas de su vida. Gracias por su comentario es grato siquiera leer unas lineas de la vida de esta insigne e icono mujer que fue. Gracias a nombre de la Familia Bruun Sciaroni.

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