“La medicina es un arte, el arte de curar”
Por Chacho Candia
Podríamos decir que la Dra. Illescas , aparte de practicar la medicina del cuerpo, es una ferviente practicante de la medicina del alma. Quienes acuden a ser atendidos por esta profesional de la medicina, encuentran alivio no sólo a sus problemas físicos.
Basada en su conocimiento científico y su fe en Dios, la Dra. Illescas brinda una asistencia integral y es una convencida de que cuando Jesús dijo “Amaos los unos a los otros”, Él no sólo predicaba el evangelio, también estaba predicando salud del siglo XXI.
ZOOM - ¿Cuál es su especialidad?
M.M.I.C. – La Medicina Interna y la Gastroenterología , pero dentro de la Medicina Interna he estudiado ramas afines que me ayudan a tratar al paciente en una forma integral, es decir, espíritu, mente y cuerpo. Incluso estudié Acupuntura, que es una parte de la medicina tradicional china, para tratar de dar menos medicinas a los pacientes, ya que la Acupuntura estimula la formación de endorfinas que son sustancias muy poderosas para aliviar el dolor. Actualmente la Acupuntura se la realiza con rayos láser.
ZOOM - Se dice que más del 70% de las enfermedades son de origen psicosomático.
M.M.I.C. – Sí, el ser humano somatiza mucho sus problemas, por eso hacemos tratamientos llevando al paciente, por medio de la relajación a un estado alfa, en ese estado se van localizando los diferentes traumas que ha sufrido, especialmente en la niñez, y que van repercutiendo en su vida de adulto. Pero también los traumas recientes, obviamente, influyen en la salud de las personas, problemas sufridos que no han podido hablarlos, que están bien guardados, debido a lo cual la persona sufre y lo somatiza. Por ello, también realizo diagnóstico del estrés oxidativo con el test HBL y se hace tratamiento con vitaminas, minerales y oligoelementos.
ZOOM - ¿Cómo usted, siendo médico internista, llega a tratar, vamos a decir, la parte espiritual de las personas?
M.M.I.C. – En la primera clase de Anatomía que pasé en la universidad de Budapest, un gran profesor nos dijo: “La medicina es un arte, el arte de curar”. Eso no lo olvidé nunca y siendo ya profesional busqué siempre la forma de dar alivio al paciente. Me di cuenta que tratando pacientes, dentro de lo que es la medicina convencional, sólo llegaba hasta cierto punto más allá del cual no podíamos avanzar, entonces creí que se podía profundizar más en la terapia tratando a las personas en sus tres áreas: cuerpo, mente y espíritu. Si el espíritu se perturba la mente sufre y, como consecuencia, se enferma el cuerpo. De ahí que empecé a tratar a los pacientes de forma más humana, más personal, por eso estudié las ramas afines que me permiten tratarlos de una manera más integral.
Muchas personas sólo quieren ser escuchadas, vienen enfermas porque no tienen con quién hablar de sus problemas, no tienen quién las escuche y las comprenda, entonces, si pueden hacerlo con su médico se relajan y se sienten mejor.
ZOOM – Esto no es lo usual en un médico internista…
M.M.I.C. – Es verdad, pero a mí me gusta mucho practicar esta parte de la medicina. Fíjese que inclusive, muchas veces, uno puede ayudar al paciente a que cambie el rumbo de su vida. Me ha tocado atender pacientes con una depresión profunda, y no solo han sanado, sino que han cambiado a una mejor forma de vida.
ZOOM - ¿No la agobia el hecho de atender a tantas personas que vienen con sus tremendas cargas en busca de alivio?
M.M.I.C. – Los primeros años que trabajé como médico internista aquí en Santa Cruz, sí, me agobió mucho ver tanta pobreza de la gente, el problema social, económico, y uno como médico no poder hacer mucho. Ver pacientes crónicos que se van desgastando, sin tener medios para hacerse los estudios o para sus medicinas, eso fue muy duro y yo me deprimía.
ZOOM - ¿Y cómo superó todo eso? porque las condiciones, podríamos decir, no han variado mucho.
M.M.I.C. – Encontré un camino maravilloso que fue la solución, porque me hizo lograr que esa energía, en vez de deprimirme, en vez de que me haga mal, se transforme en algo totalmente positivo y que, más bien, me enriquezca.
ZOOM - ¿A qué se refiere, exactamente?
M.M.I.C. – Al conocimiento del Señor, aprendí a conocerlo más profundamente, me integré a un grupo de laicos católicos activos y encontré que la Palabra de Dios realmente es vida y que con fe en acción se pueden lograr muchas cosas buenas. Mi vida experimentó un cambio muy importante que fue beneficioso no sólo para mí, sino, también para los pacientes.
Incluso, algo que me deprimía mucho, como la muerte de alguien por el cual ya no se podía hacer nada, la tristeza que me embargaba logré transformarla en alegría, en energía positiva, al entregarle esa alma al Señor en oración. Siempre llevo un rosario que le coloco en la muñeca del paciente por el cual la ciencia ya nada puede hacer.
ZOOM - ¿Usted cree que si las personas se acercaran más a Dios, se enfermarían menos?
M.M.I.C. – Cuando el ser humano se acerca a Dios consigue tener paz interior que es lo que produce el equilibrio entre el espíritu, la mente y el cuerpo, y el resultado se traduce en salud, tanto mental como corporal. La inseguridad, el temor, es lo que más frecuentemente se traduce en desórdenes tanto en la mente como en el cuerpo, pero Dios es amor y donde hay amor no tiene cabida el temor.
ZOOM – La actividad de su profesión sin duda que le debe llevar mucho tiempo, ¿fue muy difícil ser madre, criar dos hijos varones, atender al esposo y, a la vez, el hospital y el consultorio?
M.M.I.C. – En realidad, debo decir que si no hubiese sido por el gran apoyo que siempre me ha brindado mi esposo, no sé qué hubiese hecho. Gracias a Dios tengo un esposo que ha sido muy comprensivo, muy colaborador, es así que, inclusive, he podido viajar a congresos con la tranquilidad del apoyo de mi esposo. Entre los dos hemos llevado adelante nuestro hogar y desarrollar nuestras respectivas profesiones y formar a nuestros hijos.
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