lunes, 21 de marzo de 2011

EL IRRESISTIBLE ENCANTO DE LOS GLÚTEOS FEMENINOS


En todas las épocas de la historia los glúteos de la mujer han sido el arma poderosa para atraer las miradas masculinas y provocar el deseo, afirma la sexóloga Ingolere Ebberfeld
La historia del arte no puede equivocarse, ni tampoco la Biblia. ¿Quién ha visto un cuadro famoso donde las mujeres desnudas tengan las nalgas cubiertas con la bíblica hoja de parra?
La primera vestimenta que recuerda la humanidad fue la hoja de parra que utilizaron Adán y Eva después de comer el fruto prohibido, pero ella inició su travesía por el mundo con el trasero desnudo.
La historia del arte está repleta de ejemplos con doncellas y mujeres bien alimentadas que lucen alegremente nalgas rollizas y traseros descomunales. El vello público, en cambio, siempre está oculto con la frágil hoja de parra que pretende proteger la fuente del pecado original. ¿Casualidad o destino manifiesto? Para Ingolere Ebberfeld, una famosa docente de la Universidad de Bremen, es un caso clásico para ser sometido a un estudio científico.
Después de revisar la poca literatura que existe sobre el tema y examinar cientos de cuadros de pintores famosos de todas las épocas, la profesora llegó a una conclusión categórica: a lo largo de los siglos, los glúteos de la mujer han sido siempre su arma erótica más poderosa en el arte de la seducción.
Zona cargada de sensualidad
"El trasero de la mujer es un extraordinario estímulo sexual para el hombre", concluyó la sexóloga en un amplio estudio que publicó en la revista Sexualmedizin, bajo título de "El erotismo de las nalgas".
"No existe ningún hombre que no fije su mirada en las nalgas de una mujer hermosa que pasa a su lado y que lleva zapatos con tacones altos y una falda ajustada", afirma la experta. "Ningún hombre dejará de mirar a una mujer con estos atributos", insiste.
Los hombres, a lo largo de los siglos, aprendieron a ser galantes y bien educados a la hora de mirar a los ojos a una mujer, dotada de un hermoso busto y de imponentes nalgas. Pero, cuando la mujer da media vuelta y se aleja, se acaban los buenos modales y los ojos masculinos se clavan en el hermoso y erótico vaivén de esta área.
Recato femenino
La investigadora, que obtuvo su doctorado con un trabajo sobre la sexualidad femenina y llegó a la Universidad con un estudio sobre el "olor y la sexualidad", descubrió una nueva faceta en el juego misterioso de la coquetería femenina y que explica la pasión que despierta esta zona de la mujer en la imaginación del hombre.
"Cuando una mujer es sorprendida desnuda, se cubre automáticamente el busto con un brazo y el pubis con la otra mano, pero nunca se preocupa de taparse el trasero", dice la investigadora. "¿Por qué? La respuesta es simple: ella controla la mirada ajena, pero como no tiene ojos en la espalda no le da importancia a que le vean los glúteos. La mujer desarrolla su vergüenza cuando está confrontada a una mirada ajena".
La experta decidió iniciar una investigación al respecto cuando descubrió la extraordinaria difusión que tienen las nalgas de Jennifer Lopez, el trasero más famoso de Hollywood, que está asegurado por 300 millones de dólares.
También se desconcertó ante la tendencia de las mujeres jóvenes a dejarse operar el busto. Fue entonces cuando descubrió el origen de la atracción secular que los hombres sienten por los glúteos de una mujer, una fijación cuyo origen hay que buscarlo, en la prehistoria de la raza humana: los monos. "Las hembras atraen a los machos moviendo esta parte de su cuerpo y el macho fecunda a la hembra por detrás", dice Ebberfeld. Pero el desarrollo de la civilización dotó a la mujer de algo más que instinto animal: aprendieron a conocer los secretos que encierra el cuerpo femenino. "Cuando una mujer se compra un vestido, lo primero que ve es si su trasero resalta con la vestimenta", concluye.
Lo cierto es que una “cola” femenina sigue siendo motivo de culto en nuestra civilizada sociedad. El enigmático poder que arrastra un atractivo trasero puede obedecer a fuerzas que van más allá de lo visual, según algunos estudiosos del tema. Afirman que puede tocar aspectos puramente instintivos.
En su más reciente obra, 'Mitos y realidades del sexo joven', Anabel Ochoa afirmaba: "Sería lógico preguntar por qué miramos con lascivia el trasero de la gente que nos atrae. [...] Digamos que este atractivo es un recuerdo ancestral del que aún no podemos escapar. Somos descendientes —relativamente recientes en la escala evolutiva— de un animal que caminaba a cuatro patas". Según ella, desde una perspectiva erótica, la pareja no era abordada frontalmente, sino "desde atrás y prometiendo, con las glúteas formas, el placer sexual".
Puede haber “colas” de tantas formas y tamaños, como hay personas en el planeta. Suele valorarse una “cola” firme y bien definida, especialmente, pero —como a menudo decimos— sobre gustos no hay nada escrito. Lo que sí es cierto es que muchas personas sitúan una cola atractiva en su lista de preferencias.
Ya sea por cuestiones ancestrales o no, el poder visual de esta redondeada parte de la anatomía femenina es utilizado ampliamente en la industria del cine y la televisión. Es como si a través de la imagen de un atractivo trasero pudiera transmitirse un sinfín de mensajes subliminales, apelando a lo instintivo.

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